El que ahora podamos prolongar el tiempo de luz o trasladarnos sin mayor esfuerzo de un lugar a otro echando a andar motores que son capaces de llevarnos por aire, mar y tierra ha implicado una evolución constante del ser humano y su capacidad para aprovechar la energía producida por su propio cuerpo, por el sol, el fuego, el trabajo animal, el movimiento del agua y del viento y la electricidad. (Olazabal, 2015)
Así pues, cada tipo de alimento hace un aporte calórico que, en el caso de los que consume Sebastián, es de 4 kcal por gramo de carbohidratos y de 9 kcal por gramo de proteínas. Y aunque la cantidad de energía que necesitamos para mantenernos activos varía de persona a persona y según el desgaste que tenga, puede decirse que lo que requiere el ser humano varía entre 1000 y 4000 kcal/día. ‟Si uno consume más de lo que necesita, o consume y se mantiene en reposo, entonces acumula reservas energéticas en el cuerpo y se produce el aumento de peso”, explica el ingeniero Henry Postigo, subjefe de la Dirección de Metrología del Inacal, Instituto Nacional de Calidad del Perú. (Olazabal, 2015)
El especialista refiere también que, gracias a la alimentación, las personas adquirimos una potencia energética o muscular que puede aprovecharse para generar energía eléctrica; por ejemplo, utilizando una bicicleta. El movimiento mecánico que realizamos los humanos puede generar corriente a través del uso de un dinamo. Éste consta de un imán, una bobina, un eje y un cabezal que roza con la llanta del vehículo. Al girar la rueda mueve todo el sistema, generando una diferencia de potencial y, si hay algo conectado a él, una corriente, la que tradicionalmente se ha usado para dar luz al foquito que nos permite notar la presencia de los ciclistas en las noches”, señala. (Olazabal, 2015)
No obstante, la cantidad de energía eléctrica que el ser humano es capaz de generar a partir del movimiento (energía mecánica) como en este caso depende de muchas otras variables, como el diámetro de la rueda, del mecanismo que mueve la cadena y la longitud de esta, por ejemplo.
El ingeniero Henry Díaz, encargado del laboratorio de Electricidad de la Dirección de Metrología del Inacal, estima que la energía que nuestro atleta consume en sus cuatro horas de entrenamiento podría ser aprovechada para generar una potencia de aproximadamente 400 W, con una pérdida de 15 % en la transformación de mecánica a eléctrica (unos 60 W/hora). Tal cantidad de energía sería suficiente para mantener funcionando un televisor durante tres horas, una licuadora o una computadora por más de una hora, o una aspiradora por más de 30 minutos.
Para llegar a tal conclusión, el experto toma como referencia una tabla de valores de consumo de equipos del Organismo Supervisor de la Inversión en Energía y Minería del Perú y también el peso del campeón peruano, que es de 73 kg. Es que cálculos consignados en publicaciones sobre el tema, aseguran que un ciclista que pese 70 kg, pedaleando a una velocidad entre 10 y 20 km/h consume entre 245 y 410 kcal/hora. El ejercicio, practicado una hora diaria durante una semana, aportaría la energía necesaria para ver una película en DVD en una pantalla plana de 19 pulgadas. (Olazabal, 2015)
Además de permitirnos constatar aquel principio que dice que la energía no se destruye sino que se transforma, saber más sobre la conversión de la energía calórica de los alimentos en la energía mecánica del cuerpo y de ésta en -por ejemplo- energía eléctrica, nos hace valorar el potencial que tiene nuestro organismo para el desarrollo de algunas tareas sencillas que, sin embargo, nos hemos acostumbrado a realizar con la ayuda de aparatos; y a valorar y cuidar las fuentes de energía de las que hoy disponemos para nuestra mayor comodidad. (Olazabal, 2015)
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